martes, 8 de diciembre de 2009

CUMPLEAÑOS DE MI PADRE JAVIER MARCO


Hace tiempo que no se escribe nada en nuestro blog familiar, el efecto post-vacacional tras la Asamblea Gregorica 2009 todavía dura, ha sido una experiencia tan especial que cualquier otro suceso puede parecer banal. Pero los detalles de cada día son importantes, los pequeños gestos, así que he pensado que el día de hoy es buena excusa para comenzar con otras anécdotas familiares.

Tal día como hoy, 8 de Diciembre, no solo ha significado durante toda mi vida una feliz jornada de fiesta en colegio sin tener que ir a clase por celebración de la Inmaculada, sino que es el cumpleaños de mi padre Javier Marco Baigorri

¡¡Muchas felicidades papá!!


Quizá más nostálgica de lo normal por la inmensa distancia que nos separa, más de 10 mil kilómetros, te hago este pequeño regalito digital poniendo algunas fotografías y palabras a tí dedicadas. Si tuviera talento para la poesía como tú pues te escribiría una o dos, pero m
ucho me temo que no he heredado de ti esa cualidad.

Javier Marco Baigorri nació en 1942 a inicios de la posguerra, tiempos nada fáciles que su familia solventó con amor y cariño. Mis abuelos Gregorio Marco y Paca Baigorri sentían devoción entre ellos y devoción hacia su númerosa descendencia. Mi padre fue el segundo de un total de 12 hermanos. Si algo ha caracterizado a su familia es la unión entre todos por medio de un cariñoso respeto por cada uno de ellos.

Mi padre siempre me ha contado anécdotas de su infancia algo accidentada. Quizás por eso que decían de él que era un chiquillo movido y avispado, pero siempre le ocurría algo. Muchos le conocen como Aleluya y eso exactamente dice siempre que pasamos en coche por el paso de peatones de la plaza de Navarra, pues cuando tenía dos años le atropelló un coche o camión y casi acabó con su vida. El que yo esté aquí escribiéndole a mi padre es un milagro teniendo e
n cuenta todos los accidentes que ha sufrido mi padre desde aquel temprano accidente de coche. Se chocó yendo de copiloto en una moto y gracias que llevaba casco en aquellos tiempos en los que no era obligatorio. Pero no sólo salió despedido por culpa de automóviles sino también de animales, como aquella vez en que debía estar incordiando a un burro que le dio una coz y lo lanzó por los aires. Terminó colgado del balcón de un primer piso de Tafalla, un balcón que todavía sigue ahí y que cuando pasó por debajo imagino a un niño balanceándose algo asustado pero alegre.

Al igual que otros muchos niños Javierito fue enviado a Caldetas, donde estudió Filosofía y Letras y Teología, pero sobre todo incrementó en él el interés por seguir "volando", descubriendo otros lugares, aprender idiomas, conocer mundo y otros países.


Tanto idioma y tanto ir de un lado para otro, pues se convirtió en maestro primero de francés y luego de inglés, adaptándose a los nuevos tiempos de habla anglosajona. Pero no sería un profesor cualquiera sino uno especial que muchos niños recordarían y saludarían por la calle "Hello teacher" ante mi total extrañeza, ¿por qué te saluda papá?, "¿ese? un exalumno". Naturalidad y alegría han sido dos de sus mejores cualidades, a pesar de los accidentes, y que todo el mundo valora y admira en él. Mi padre no escatima a la hora de regalar una sonrisa a los demás, un pedacito de alegría. Y ahora que he vivido unos meses en Finlandia, donde sonreír no es tan habitual, pienso que la generosidad de corazón crece al sonreír. Cuando se atrofian los músculos de la sonrisa, se atrofia también la capacidad de amar a los demás. Y yo no quiero vivir una vida en la falta el sonreír.


Creo que esta es una de las más importantes lecciones que he recibido de mi padre, la alegría, el optimismo, no dejarme vencer por el desánimo y la melancolía, que a veces son duros competidores. Pero a mi padre lo de la competición le gusta, los retos, el deporte, una buena partida de mus, la caza y en eso es muy gregorico y de su gente.

Pero sobre todo sobre todo, ha sido muy buen padre y la familia para él ha sido el pilar de su vida. Su hobby de viajar a otros lugares había que hacerlo en familia, todos juntos, así teníamos doble diversión: viajar y estar juntos. No ha querido renunciar a nada.





Podría haber puesto miles de fotos y comentarios sobre tí, papá, pero voy a dejarlo para cuando escribamos otro libro familiar ;-)
Fue muy especial para mí trabajar contigo en el proyecto gregorico, compartir de nuevo una ilusión juntos, como el viaje que hemos hecho a Laponia este otoño. Vuelvo a casa por navidad, como el turrón y seguiremos celebrando con alegría el que estemos bien y unidos.

Con cariño

tu hija que te quiere,

Arantxa Marco